Somos tostadores de café en Málaga, de modo que… tarde o temprano teníamos que tocar este tema. Lo sabíamos. No es que haya tesis doctorales acerca de esta cuestión, ni estudios concienzudos que expliquen por qué aquí nos caracterizamos por pedir el café de una manera determinada, gradual, por así decir. Lo único que podemos es recordar que este código cafetero se remonta a los años cincuenta. Fue en el histórico Café Central de la ciudad, fundado entre 1897 y 1910 -fruto de su fusión con otros dos cafés antiguos, el Café Suizo y el Café Munich-, donde se ideó esta forma de pedir café.
La posguerra, por aquel entonces, coleaba, y no se nadaba en la abundancia, menos aún como para desperdiciar café. José Prado Crespo, dueño del café, trataba de concretar el famoso “deíllo”: “Póngame un dedillo de café”, decía la clientela, lo que podía ser una cantidad diferente (dependiendo de quien lo pidiese). Así que decidió establecer una tipología más precisa de cara a clientes más bien imprecisos.
En Cafés Mokasol somos especialmente malaguitas, no en vano en la tienda online disponemos de nuestro cartel propio per-so-na-li-za-do (por solo 18,80 euros, y perfecto para ti que eres hostelero u hostelera y quieres exhibir tu malagueñismo). Muy útil para recién aterrizados en la ciudad, extranjeros o no, que no estén al tanto de nuestra peculiar manera de pedir una taza de café.
No se trata tanto de tipos de café como de formas de tomar café y, por lo tanto, de solicitárselo a quien te esté atendiendo en ese momento.