El frappé es tan griego como la baklava, el tsatziki, o el ouzo. Y es que hojaldres, yogures y licores son parte de una cultura donde este tipo de café frío está más que asentado.

Azúcar, crema de leche, nata líquida, hielo… son ingredientes que podemos encontrar en recetas que hemos visto por aquí, como el café vienés o el coffee cold brew. Hoy vamos a por el café frappé griego, el más fácil imposible. Y es que la base de esta bebida es el café instantáneo al que se le añade hielo para cubrirlo, finalmente, con una capa de deliciosa espuma de leche o nata. La variante frappé latte, además, lleva leche; otros aderezos pueden ser licores o siropes diversos.

Para conocer el origen de esta bebida tenemos que coger el petate y viajar a Grecia. Fue allí, en una de sus ciudades más importantes -Tesalónica- donde un empleado de Nestlé se vio mezclando su café de sobre con agua fría. Agarró la coctelera y… el resto es historia. Corrían los años cincuenta del siglo pasado.

Una historia que ha hecho del café frappé un imprescindible en las terrazas griegas y chipriotas y, por extensión, en esta época global, en todo el mundo. Sobre todo en los meses de más calor, de mayo a octubre. Es perfecto, igualmente para tomar en casa, dada la poca complicación de su preparación.

Café de picoteo, sin picoteo

Para hacerlo, se puede utilizar una coctelera, e igualmente una batidora de vaso, perfecta para elaborar uno o dos dedos de espuma. Se sirve en vaso largo, y puede tomarse con pajita o caña. Es muy típico de Grecia tomar cafés fríos en vasos de plástico y con su correspondiente pajita, tipo espresso o cappuccino. La dulzura es la que marca la diferencia -dulce (glyko), medio (metrio), amargo (sketo)-, así como el añadido o no de leche.

Cabe destacar que el café frappé, de alguna manera, sustituye lo que en aquí consideramos picoteo entre comidas. Así, entre frappé y frappé, la vida pasa.