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24 marzo 2022Café vienés, toda una institución cultural
Parece que el primer mito fundacional del café vienés se remonta a 1683, durante una de las contiendas que enfrentaron a polacos y turcos por el dominio de Europa Oriental (las llamadas guerras polaco-turcas). El episodio histórico de la Batalla de Viena terminó con la expulsión de los otomanos, que dejaron un rastro de sacos de café por toda la ciudad. En esa época, ni europeos en general ni vieneses en particular conocían el grano de café. Llegaron a pensar que se trataba de alimento para camellos.
Aquí es donde entra en escena el polaco Jerzy Franciszek Kulczycki: noble, diplomático y espía durante la gran contienda contra el Imperio Otomano. Al parecer, habiéndose fijado en cómo preparaba el enemigo la bebida, decidió montar el primer café vienés, si bien con su propio toque: añadiría azúcar y leche a la bebida original. A posteriori, la leche se transformaría en crema batida, nata… hasta hoy.
Por otro lado, existe una segunda hipótesis, descubierta recientemente, que habla del armenio Johannes Theodat como la primera persona que abrió un café en Viena, allá por 1685. En el mismo período. Fuera un origen u otro, está claro que la fórmula, como tal, no sería nada sin el propio concepto de café vienés como lugar de encuentro e intercambio de ideas, como hemos visto en otros ejemplos de cafés clásicos.
Café vienés con alcohol (o normal)
La cultura del café vienés, con el tiempo, ha ido evolucionando y transformándose en toda una institución importantísima en la vida austriaca. Es el siglo XIX cuando vive su años más dorados. Fue en 2011 cuando se incluyó en la Lista Nacional del Patrimonio Cultural Intangible de la UNESCO.
Como anécdota curiosa, cabe destacar que hubo gente como Peter Altenberg, escritor y poeta, que entraba en estos cafés por la mañana con la ropa para la noche, llegando a utilizar un reservado del establecimiento para cambiarse, antes de salir del café.
¿Cuál sería la receta del café vienés más clásica que nos imaginamos tomando a Altenberg, sentado a su mesa durante horas? Allá va:
- Café (1 expreso).
- Azúcar blanca (25 gramos).
- Crema de leche batida o nata líquida semimontada (50 ml).
- Canela o cacao (ingrediente decorativo, al gusto).
Eso sí, hay quienes prefieren beber este café con unas gotitas de alcohol. En ese caso, son varias las opciones: kirsch o aguardiente de cereza procedente de la Selva Negra alemana, o licor de cáscara de naranjas.
Otras variantes contienen chocolate fundido -sobre el que se monta la nata-, sustituyen el expreso por el café con leche o cambian azúcar por miel.