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Cafés, qué lugares. Nos acompañan a lo largo de la vida, pero igual ni sabemos cómo surgieron. Desde los primitivos establecimientos del Mar Rojo a las viejas cafeterías venecianas… he aquí un poco de Historia.
Conocemos cómo surgieron los salones de té, pero, ¿y la historia del café en Europa? ¿Y las cafeterías de la Edad Media? La vinculación del café con la hostelería, en nuestro continente, empezó hacia 1683, cuando abrió sus puertas la primera cafetería en Venecia. Antes, en Oriente Medio, se habían hecho famosas las mokeijas, o posadas para peregrinos y mercaderes que se movían por la región. A finales del siglo XVI eran comunes en toda la península arábica.
El nombre procedía de Moja o Mokha, ciudad yemení famosa por su café, localizada a orillas del Mar Rojo. Y es que Yemen siempre aparece cuando rememoramos la historia del café…
Las kahveh khaneh o cafeterías datan de 1554, y eran típicas en el imperio otomano. Se trataba de establecimientos donde estudiantes, poetas, y figuras del estamento judicial y político turco conversaban, bebiendo café, escuchando música, y entreteniéndose con juegos como el ajedrez. No siempre fueron bien vistas las cafeterías, sin embargo. En tierras árabes serían prohibidas en diversas ocasiones.
Historias de cafeterías
Los mercaderes venecianos introdujeron el café en Europa. Lo hacían a través de vendedores de limonada, y le atribuían -al café- propiedades medicinales. El Caffè Florian, abierto desde diciembre de 1720 en la Plaza de San Marcos de Venecia como Alla Venezia Trionfante, atesora en sus paredes tres siglos de historia de la Repubblica Serenissima di Venezia. Afortunadamente, sigue abierto, pese al bache que sufrió durante la pandemia.
A finales del siglo XVII, las cafeterías se convirtieron en lugares comunes para los europeos. La mercancía viajaba desde los puertos árabes hasta aquí gracias al comercio de ingleses, franceses y holandeses (a éstos, particularmente, les fue muy bien con este negocio).
En 1686 se inauguró otra cafetería histórica, Café Procope -conocido también como Le Procope-, en París. Hogar público de ilustrados como Voltaire, Diderot, o la escritora George Sand -hasta Maria Antonieta y Napoleón lo pisaron-, sigue abierto a día de hoy en el corazón de Saint-Germain-des-Prés.