¿Cómo conservas tu café en casa?
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Que el capuchino es una de las bebidas más famosas del mundo ni se discute. ¿Cuál fue su origen, y cómo se ha ido diferenciando del café con leche, mucho más convencional? Os lo contamos aquí mismo.
Hace un tiempo nos enamoramos de este cóctel con capuchino, y dejamos constancia en este blog. Pero no hablamos de la diferencia entre capuchino y café con leche, ni de los orígenes del cappuccino (en italiano). Quizá sea hora de saldar esta deuda con la que sin duda es una de las versiones del café que mejor prensa tienen en todo el mundo. ¿Quién no se ha tomado alguna vez un capuchino?
Conviene aclarar que, con respecto al café con leche, la diferencia fundamental es que éste último tiene leche, mientras que el capuchino no es más que café expreso con espuma de leche, o leche montada con vapor, la que le da cremosidad. Aunque, como veremos más adelante, parece que capuchino y café con leche fueron lo mismo en un principio…
Además del café y de la espuma, al capuchino tal y como lo conocemos hoy se le añade un poco de cacao en polvo o canela, según la preferencia de cada uno; hay quienes prefieren otros añadidos (miel, vainilla, frutos secos…). ¿Y cómo se consigue esa textura de la espuma? Según los conocedores del tema, los baristas dotan de volumen a la espuma introduciendo minúsculas burbujas de aire, ¡y sucede la magia!
Un café de frailes capuchinos
Parece ser que fue un fraile italiano llamado Marco d’Aviano -jesuita en principio, luego capuchino- quien, en una reunión diplomática que tuvo lugar en Viena (Austria), en el siglo XVII, pidió que añadieran un poco de leche al café de entonces, para rebajar su amargura. Al capuchino le bautizaría así por el color que adquiría el café y la espuma de leche al mezclarse, similar al hábito de la orden capuchina, de color marrón. Cappuccio significa capucha, precisamente, y es una palabra asociada al uniforme de estos frailes.
En el siglo XX, las máquinas de café expreso podían calentar la leche y convertirlas en espuma, de ahí la evolución… desde el café con leche original que al parecer pidió d’Aviano. Hacia los años noventa, la bebida se exportó desde Italia al mundo entero, convirtiéndose en una habitual de cualquier cafetería posmoderna que se preciara. A posteriori, vivió una ampliación de su popularidad entrando en los supermercados, en versión instantánea, alejada ya del concepto original.
También se coló en las casas, contribuyendo a esa corriente de gente que quiere poder hacer de todo en su cocina, sin tener que pasar por un café o restaurante. ¡Cuestión de gustos! El capuchino, hoy, está en todas partes.