Por algo, en italiano, se describe al espresso como caffè all’italiana. Por la sencilla razón de que se trata de un invento que Italia ha regalado al mundo entero: en especial, a los muy cafeteros. Fueron las máquinas de vapor profesionales de este país las que comenzaron a preparar y presentar el café de una manera única que, a día de hoy, es un clásico entre los clásicos.
“La buena comunicación es tan estimulante como el café negro”, dijo Anne Morrow Lindberg, escritora y aviadora estadounidense. También se quejaba de lo mucho que costaba, tras tomar este café, conciliar el sueño. Suele pasar que todo lo que nos gusta conlleva un precio.
El recuerdo de las noches en vela nos lleva, sin embargo a preguntarnos cuántas de este tipo pasaría el turinés Angelo Moriondo ideando su obra. Fue él quien patentó la primera máquina de café expreso en 1884. La Exposición General de Turín, su ciudad, fue la primera en conocer el Método A. Moriondo. La máquina, por cierto, habría sido construida por un mecánico llamado Martina, que siguió la supervisión del inventor durante el proceso.
Para los muy puristas, este tipo de café sería el que recoge la esencia misma del grano de café. Pero es que además hay que tener en cuenta lo revolucionario del método italiano: antes de que se inventara, un café podía llevarnos al menos cinco minutos.
Siguiendo la categorización de todo un especialista en libros de cocina como es Eduardo Casalins. Concretamente, su “Café, una historia de sabor y aromas: blends & recetas” (Ediciones LEA, 2017), donde nos encontramos con los siguientes tipos de café expreso: