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Como si de un tarot líquido se tratara, el arte de la adivinación en los restos del café ha ido traspasando continentes, siglos, culturas… hasta hoy. Nos acercamos un poco a esta práctica ancestral.
¡Qué nos gusta una leyenda del origen del café! ¡O de lo que sea! Gracias a las leyendas, creemos en lo que pudo ocurrir y que probablemente no ocurrió, pero nos habría encantado que ocurriera. O algo así. Pero, más allá de leyendas y misterios… ¿qué nos decís de los esoterismos? ¿Existe alguno asociado a los cafés, o al hecho mismo de tomar café? Los amantes de lo sobrenatural lo habréis adivinado -nunca mejor dicho- seguro: la lectura de los posos del café.
Existen hasta manuales para aprender a hacerlo. Ejemplo: “Cómo leer los posos del café” (Ed. Obelisco, 2009), de Malek El-Saud (Casablanca, 1963). En este libro, El-Saud -hijo de una conocida adivina marroquí- cuenta que la tradición, en sí, ha gozado de mucha práctica en la región de Oriente Medio, así como en el continente asiático. Durante siglos. Aunque el nacimiento de la historia, como suele pasar, es una mezcla de hipótesis.
El autor advierte lo siguiente: no podremos realizar la lectura de los posos del café si lo tomamos deprisa. Las artes adivinatorias no se cultivan más que en una situación de relajación óptima para la meditación y la reflexión. O al menos eso dice El-Saud.
Quiromancia cafetera: cafeomancia
Sí, existe ese palabro: cafeomancia. Según Yolanda Giner, en un artículo publicado por el Fórum Cultural del Café, esta tradición surgió en la Francia del siglo XVII, si bien también afirma que es más que posible que su cuna fuera Persia o la antigua Arabia. Como pasó con otras costumbres, los europeos las importarían a sus países de origen. Así que no es de extrañar que fuese un florentino, Tomás Tamponelli, quien escribió el primer manual de este arte adivinatorio en el Medievo.
La Rusia zarista, al parecer, se apuntó a la fiesta adivinatoria, haciendo de la cafeomancia una buena manera de pasar el rato, desvelando el futuro a quién quisiera saberlo. La persona que adivina lo que hace es interpretar las figuras que se forman en el poso del café, que pueden ser desde objetos inanimados (puerta, abanico) a partes del cuerpo humano (corazón, pie), figuras animales (felino, tortuga), figuras geométricas (círculo, estrella), figuras numéricas (7, 9), o letras (w, x), según Giner.
Lectura de la borra de café
Es la adivina armenia Laura Koroglian quien subtitula así su libro “Corazón de Café. Lectura de la borra de café” (Dunken, 2015). Ahí explica cómo esta práctica se extendió a principios del siglo XX en América: “En Uruguay y en Argentina, la mayoría de los especialistas en esta técnica son de origen armeno”, aclara. “Gran parte de la atracción de la cafeomancia reside en lo sorprendente que resulta pensar que algo tan cotidiano como beber una taza de café pueda ser un canal para revelar ciertos aspectos de nuestra vida y nuestro futuro”, escribe.
Koroglian recomienda, para hacer el ritual, café moka o Colombia, o una mezcla de ambos. Solamente se le añadirá agua y azúcar. Habla de cómo entre la persona que consulta y el adivino o adivina se produce “un momento energéticamente poderoso”, dado que muchas personas no acuden a estos ritos tanto para saber qué les va a pasar, como para explicarse mejor la situación actual en la que están.